
Aunque nacida en Madrid (1925), Acacia Uceta tuvo una gran vinculación con Cuenca, tanto por su matrimonio con el escritor Enrique Domínguez Millán, como por la admiración que sentía por el entorno natural conquense que se plasmó en su obra poética. Falleció en el año 2002.
Su obra florece en poemarios como El corro de las horas, Frente a un muro de cal abrasadora, Al sur de las estrellas, Intima dimensión y Cuenca, roca viva. Un hilo de ternura atraviesa estos libros donde la eficiencia y contención de una pulcra expresión recupera la grandeza de las cosas pequeñas y apunta a una poesía metafísica de un profundo misticismo.
Las ciudades, los edenes dorados, los limpios territorios de la mies y el afecto suelen llegar a los poetas de manera impensados. Entonces los hacen suyo, les convierten en protagonistas de sus versos legendarios, de sus sueños posibles.
Quiroga Clerigo, M.
Ilustración Rafael Uceta

Contemplación de los seres y de las cosas, redención de lo pequeño, proceso hacia la melancolía, amor a la naturaleza y a la vida: son conceptos y tendencias que se han mencionado a propósito de la obra de Acacia Uceta. Habría que destacar igualmente su sentido de la musicalidad, la polifónica perfección de sus poemas, su alto sentido del equilibrio y la medida, y la perfecta circularidad de sus creaciones.
Antonio Lázaro.


Ese entorno maravillado de Hoces, casas alucinadas colgadas de los cielos, iglesias incesantes, será ya, y para siempre, un protagonista inmenso, tal vez agradecido, de Acacia Uceta, ¡qué delicia detenerse ante el mito solemne de esa Catedral normanda!, que supo compartir con su esposo y su hija Acacia Domínguez Uceta, también poetas de excelentes aristas y su hijo Enrique, arquitecto que ha hecho descripciones maravilladas de la ciudad y de sus gentes.
Quiroga Clerigo, M.

REFERENCIAS
https://poetassigloveintiuno.blogspot.com/2013/03/acacia-uceta-9368.html
Lázaro Cebrian, A. Acacia Uceta: la poetisa que hizo vivir a la roca. Anaquel: boletín de libros, archivos y bibliotecas de Castilla-La Mancha, Nº 20, 2003, págs. 48-48