«Me recuerda al Darro», dicen los granadinos que visitan Cuenca. «Se parece al Huécar» dicen los viajeros conquenses en Granada. Y así podemos encontrar un trocito de Granada en Cuenca, y un trocito de Cuenca en Granada.
Dos ciudades con pasado musulmán y conquista cristiana, dos siglos de diferencia en las que Alfonso VIII da paso a la reina Isabel de Castilla .


Hasta en la nevada parecen cubiertas por el mismo manto.


Dos ríos de nombre árabe que bajan mirando a la Alhambra uno, y a las Casas Colgadas el otro y que van a morir un poco más abajo, en el Júcar y en el Genil, porque no podrían morir en ningún otro sitio sin perder su esencia granadina y conquense.

