Introducción
En 1750 llegó a Cuenca el arquitecto turolense José Martín de Aldehuela renovador del lenguaje artístico conquense en el siglo XVIII. Fue llamado por Don Álvaro de Carvajal y Láncaster, arcediano de Moya, para que terminara la Iglesia de San Felipe Neri. Los fieles conquenses quedaron impresionados por tan espectacular edificio, lo que llevó a Don José Flórez Osorio a nombrarle maestro mayor de las obras del obispado, a la vez trazó, fue maestro de obras, veedor, constructor y creó su propio taller.
Muchos son los esfuerzos para revitalizar y dar a conocer el patrimonio barroco conquense, que en ambientes academicistas viene precedido por una «leyenda negra». Dicha leyenda surgió a raíz de la visita del académico Antonio Ponz a Cuenca en 1773, quien mostró su desprecio hacia dicha arquitectura y decoración.
Fue Chueca Goitia quien, tras su viaje a cuenca en 1943, reclamó la atención sobre el barroco conquense y más concretamente sobre José Martín del Aldehuela, no obstante, la visión negativa continuaría durante décadas.
«Debe tomarse conciencia de los valores monumentales de Cuenca, sin estimaciones exageradas pero también sin complejos. Queda claro que el patrimonio conquense sufre la desigual competencia del espléndido entorno geográfico que lo enmarca. Pero este hecho no debe afectar a la consideración específica de los monumentos como productos representativos de una época y todavía menos a su correcta conservación. Si fuera posible desgajar la epidermis edificada de la topografía que la sustenta y desparramarla sobre un llano, tal vez se comprendería mejor el interés del patrimonio que todavía contiene» (Ibáñez, 1999)
Amplio es el legado de Martín de Aldehuela que iremos desgranando en sucesivas entradas de Mirandoacuenca.
Capilla del Pilar de la Catedral de Cuenca
Se trata de un pequeño templo en miniatura: atrio-nave-crucero-presbiterio.
El espacio central conduce la mirada hacia la bóveda que, con los lunetos, forma una estrella de cuatro puntas.
El altar posee un óculo cenital que hace pasar la luz y dirigirla donde el maestro quiere: un baldaquino de madera que simula mármol.
«Modelar espacios como este sólo está al alcance de unos pocos. Reconduce los elementos a una unidad, añadiendo la curiosidad de lo exterior y crea motivos ricos y variados en una complicación formal. Subraya una gran persistencia en el factor escenográfico y asocia de manera modélica la estructura monumental con el valor de lo ornamental. « (Mora, 2005)
BIBLIOGRAFÍA
- Ibáñez Martínez, P.M. (1999) Cuenca, mil años de arte. Cuenca: Asociación Amigos del AHP.
- Mora Pastor, J. (2005) Aproximación a la figura del arquitecto José Martín (Aldehuela) y su obra en Cuenca. Cuenca: Diputación Provincial.